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Este artículo está en varias versiones para que lo consumas como más te guste.
(Todas dicen más o menos lo mismo)

La pereza es un tema con el que todos debemos lidiar, está incrustado en nuestra biología y aunque puede llegar a bloquearnos, se puede aprender a manejar… pero, ¿Cómo vencer la pereza?; si entendemos las dinámicas de nuestro cuerpo que la ocasionan, entendemos su origen y su propósito, podemos plantear técnicas efectivas para no dejarnos dominar por ella, evitar que deforme nuestros planes y recuperar el control de nuestras acciones y comportamiento.

Antes de empezar… ¿De dónde viene la pereza?

La pereza tiene sus orígenes en la historia evolutiva del hombre. 

Durante los primeros 2 millones de años de la raza humana, las condiciones de vida eran muy diferentes a las actuales, los alimentos y particularmente las calorías eran muy escasas; esto llevó a nuestra especie a desarrollar una fuerte tendencia a minimizar el consumo de energía siguiendo dos estrategias básicas:

  1. Tratar de evitar toda actividad no vital que consuma mucha energía
  2. Optimizar el desempeño del cuerpo en actividades repetitivas para minimizar la energía requerida.

Hace 10 mil años, al descubrir la agricultura, cambiaron las condiciones para nuestra raza, pero nuestro cuerpo no lo hizo. Aunque ahora tenemos alimentos en abundancia y ahorrar energía ya no tiene tanto sentido como lo tenía para nuestros antepasados, estos mecanismos siguen en nuestro interior, incrustados en nuestra misma biología; es por eso que es inevitable sentir ese rechazo ante las actividades físicas y mentales que requieren un alto consumo calórico.

(Para profundizar más puedes leer: “Las raíces de la pereza”)

Ahora sí… ¿Cómo vencer la pereza?

Que la pereza sea inevitable no significa que no podamos superarla. 

Basándonos en el conocimiento y el entendimiento de las dinámicas de nuestro cuerpo que generan el sentimiento de pereza, hay algunas tácticas efectivas que podemos aplicar para mantenerla bajo control.

  • Maximizar la disponibilidad de energía física
  • Maximizar la disponibilidad de “energía mental”
  • Minimizar el consumo de energía que representa la actividad a realizar
  • Aceptar la realidad y enfrentarla con coraje

¿Cómo maximizar la disponibilidad de energía física?

El cuerpo está siempre tratando de disminuir el consumo de calorías, incluso cuando las tenemos en abundancia; ahora, cuando la energía es realmente baja o escasa, todos los mecanismos de rechazo a las actividades exigentes se ponen en alerta y no sólo te desmotivan si no que incluso llega a  desactivar los sistemas considerados no vitales. Es por esto que el primer paso para vencer esta pereza ancestral y genética es asegurarnos de tener una buena disponibilidad energética.

Aliméntate de forma balanceada, duerme bien y haz ejercicio

Necesitamos mantener una buena alimentación para tener los nutrientes necesarios; dormir bien para que nuestro cuerpo descanse y se recupere; y hacer ejercicio para activar los órganos y hacer circular el oxígeno, los nutrientes y las hormonas necesarias para que cada uno de ellos haga su labor.

¿Cómo maximizar la “energía mental”?

Aparte de la energía física (que vienen siendo las calorías disponibles), hay otro tipo de “energía”, la motivación; esta viene siendo más bien como la disposición que tiene la mente para realizar un acto que implique un alto consumo de energía. Y también hay ciertas estrategias que podemos aplicar para maximizarla.

Establece un sistema de recompensas

Uno de los sistemas que operan en nuestra mente es el denominado “recompensa-castigo”, este dice que un esfuerzo vale la pena si su resultado es una recompensa, pero hay que evitarlo si su consecuencia es un castigo.

Puedes aumentar tu motivación estableciendo recompensas y/o castigos asociados con la tarea que quieres realizar.

Por ejemplo, si trabajo juicioso por los siguientes 30 minutos tomo un descanso o me como un dulce; si cumplo mis objetivos antes del viernes, el fin de semana salgo de paseo; o si completo las tarea de hoy, en la noche me veo una película.  Y de la misma forma puedes establecer castigos.

Tu cerebro irá entendiendo que hay ciertas tareas en las que vale la pena invertir por la recompensa que trae, mientras que hay otras que se deben evitar por sus consecuencias.

El check-list

Yo recomiendo un sistema simple de recompensas, el check-list o lista de tareas. Utilízalo para tu trabajo, tu vida personal o para todos tus quehaceres.

Haz una lista de tareas pendientes, carga esa lista contigo y a medida que las vas haciendo las vas tachando; tu recompensa es el tachón, hacer esa línea es placentero, te da una sensación de avance, compromiso y responsabilidad.

Es un sistema simple, sencillo y beneficioso, porque con cada tarea cumplida y tachada entrenas el grupo de neuronas involucrado en llevar a cabo las acciones, en completar una misión, en ser proactivo, en resolver problemas, en hacer lo debido. Como vimos en “Las raíces de la pereza”, entre más entrenes ese grupo de neuronas , más automático va a ser ese comportamiento para tí.

Pregúntate: ¿La tarea está alineada con mi proyecto de vida?

Otro lugar donde podemos encontrar motivación es en nuestro proyecto de vida o los planes a largo plazo. Hay una parte del cerebro que hace que sea importante para nosotros lo que queremos lograr o construir a lo largo de nuestra vida. 

Si hay una tarea alineada con tus proyectos a largo plazo, pero es difícil, compleja o aburrida; entonces, recordar que efectivamente, esta labor te va a ayudar a avanzar hacia lo que realmente quieres alcanzar, te va a ayudar a sentir más motivación para enfrentar la tarea que tienes enfrente.

Visualiza el resultado

Cuando el trabajo que debes realizar es muy difícil, puede ser una buena fuente de motivación visualizar el resultado.

Cierra los ojos e imagina que ya completaste esa tarea, piensa en la recompensa que vas a obtener y trata de sentir las sensaciones que van a venir como consecuencia de llevar a cabo tu misión con éxito.

Este ejercicio puede poner en marcha tu sistema de “motivación por recompensa” y darte el empuje que necesitas para poner manos a la obra.

¿Cómo minimizar la percepción de cuánta energía requiere una tarea?

Como mencionamos anteriormente, uno de los factores principales que desatan la pereza es la percepción de que la tarea que debemos realizar va a requerir mucha energía; por tanto, es buena idea tener estrategias que nos ayuden a sentir que el trabajo que debemos realizar no es “taaan” complejo.

Divide una tarea grande en secciones pequeñas

Si dividimos las tareas grandes, difíciles o extensas en pedazos más pequeños, fáciles y cortos; y nos enfocamos en enfrentar sólo el siguiente paso; vamos a evitar que nuestro cerebro se abrume con el tamaño de la misión completa y nos bloquee con el sentimiento de pereza.

Libera tu mente de otras tareas pendientes

Frecuentemente, lo que nos abruma no es sólo la tarea que tenemos enfrente, sino, la suma de esa tarea con todas las otras que tenemos pendientes, que son importantes y que no debemos olvidar.  Esto, además de hacernos sentir que la tarea que tenemos enfrente es más grande y compleja, disminuye nuestra capacidad de atención y concentración.

Para evitar esta dispersión y recuperar el control de nuestro foco, la mejor idea es implementar y utilizar un sistema efectivo de registro de tareas pendientes asociado a un sistema de recordatorios pertinentes. Para el sistema puedes usar el calendario, una agenda, post-its, etc.

Así, cada que recuerdes algo que necesite tu atención más adelante, lo registras para que no se te olvide y le pones un recordatorio de forma que, cuando llegue el momento en el que debes ocuparte del tema, el sistema te lo recuerde. Luego puedes simplemente eliminar eso de tu mente y recuperar ese espacio mental para enfocarte en lo que debes hacer en el presente.

Ordena tu espacio y prepara el terreno

Procura mantener ordenado tu ambiente de trabajo, para que cuando te sientes a trabajar, todo esté en su lugar y te puedas concentrar en tu deber principal sin preocuparte por tener que buscar dónde dejaste el lápiz, dónde está la agenda, dónde quedaron los audífonos, etc.

Puedes incluso ir un paso más allá y desde el día anterior adelantar uno o dos pasos (así sean sencillos) de la tarea que tienes pendiente; por ejemplo, si quieres salir a trotar mañana en la mañana, deja de una vez los zapatos y la ropa lista, así, al siguiente dia vas a tener dos obstáculos menos entre tu y el hacer tu trabajo.También te motivará el hecho de que si no cumples con tu misión, entonces puedes perder el esfuerzo del día anterior.

Elimina las distracciones

Cuando te sientes a trabajar, aleja o elimina toda fuente potencial de distracción; si trabajas en el computador, cierra las páginas que no necesites para tu labor; apaga las notificaciones del celular, o mejor aún, ponlo en modo avión; asegúrate que tu ambiente laboral te permita concentrarte.

Cuando tienes frente a ti dos opciones, dos actividades que puedes realizar, tu cerebro se va a inclinar siempre por la opción de menor esfuerzo y que genere una sensación de satisfacción más inmediata.

Además, cuando algo interrumpe tu flujo de trabajo, te desconcentras y luego para retomar tu labor, vas a requerir tiempo y energía extra, sólo para volver al punto donde estabas antes de la interrupción.

¿Cuál es la realidad y cómo la enfrentamos?

Las anteriores son todas estrategias válidas y pueden ayudarnos a minimizar la pereza que sentimos al enfrentar una tarea difícil, grande o aburrida; pero, la realidad es que no podemos eliminar completamente esa sensación de rechazo que sentimos hacia las actividades que demandan alta energía.

Lo mejor que podemos hacer es aceptar que estas dinámicas hacen parte de nosotros, están incrustadas en nuestros genes (la evolución las puso allí) y debemos lidiar con ellas; entender sus funcionamiento y plantear un plan de acción coherente con ellas.

¿Cuales dinámicas?… Básicamente son, que cuando le exigimos a nuestro cuerpo más de lo normal, al principio va a sentirse mal, es nuestra mente tratando de que cese ese comportamiento, pero si se mantiene el nuevo nivel de exigencia por un periodo prolongado, entonces, el cuerpo se adapta y este se vuelve el nuevo “nivel normal de desempeño”.

Debemos aceptar que toda acción (física o mental) que implique un alto consumo de energía será incómoda y dolerá tanto física como mentalmente; especialmente las actividades que son nuevas para nosotros como nuevos hábitos, aprendizajes o actividades físicas; pero no debemos dejarnos detener por eso, debemos apelar al coraje y decidir hacer las cosas a pesar de que estas nos ocasionen dolor. Y encontrar consuelo en que sabemos que podemos confiar en nuestra capacidad de adaptación tanto física como mental. 

Si hacemos algo que requiere más fuerza o resistencia de forma recurrente durante un tiempo considerable, nuestra fuerza y/o resistencia aumentará; si forzamos un nuevo comportamiento todos los días durante 4 o 5 meses, este comportamiento se convertirá en un hábito; si ponemos en nuestro cerebro nuevos procesos, comportamientos o ideas de forma repetitiva, con el tiempo, se van a ir convirtiendo en parte de la operación normal.

Otras estrategias adicionales

Nuestro impulso natural a ahorrar energía no es la única fuente de pereza, hay otras dinámicas mentales que también pueden generarla o aumentarla; aunque estas se salen un poco del alcance de este artículo, hay algunas que me gustaría compartir.

No la pienses tanto

Cuando nuestro cerebro no quiere realizar una actividad, suele recurrir a la racionalización y busca una explicación (no necesariamente coherente) que justifique el por qué no debes hacer dicha tarea. Por eso, es recomendable también, no pensar mucho antes de iniciar con las actividades previamente planeadas, para no darle tiempo a la mente y a la pereza de encontrar excusas; cuando debas hacer algo, cuenta hasta 3 y hazlo.

Revisa tus relaciones personales cercanas

El refrán “Dime con quién andas y te diré quien eres”, o puesto en otras palabras más de mi gusto, “Eres el promedio de las 5 personas con quién más pasas tiempo”; son ciertos, y este fenómeno sucede porque los humanos somos seres sociables por naturaleza y permeables al comportamiento de nuestros seres más cercanos.

Si sufres de bloqueo por pereza, una buena idea es revisar y auditar tu círculo social cercano, si estarás rodeado de personas perezosas, lo más probable es que tú vas a adoptar el mismo comportamiento.

Crea una vitrina de trofeos mentales

A veces, la pereza se apoya y se escuda en nuestra inseguridad y baja autoestima; este es el caso cuando renunciamos porque sentimos que no vamos a ser capaces con la tarea que tenemos enfrente.

Una buena estrategia es hacer una lista (escrita o mental) de todos los eventos que has enfrentado y has salido victorioso, de todas las dificultades que has superado, de todas las ocasiones que has sobresalido por algo, de todas las veces en las que te haz hecho sentir orgulloso de tu actuar.

Cada uno de esos eventos son un trofeo mental de reconocimiento a tu valor, a tu inteligencia y a tu coraje. Haz una vitrina mental con todos esos trofeos para que cuando estés dudando de ti, o necesites motivación, puedas acudir a ellos para renovar la confianza en ti mismo.

TL;DR (Too Long; Didn’t Read)

La pereza es un mecanismo que la evolución puso en nuestro cuerpo y mente para que  evitemos desperdiciar la energía que solía ser tan escasa, pero aunque todos la sentimos, no tenemos por qué darnos por vencidos ante ella.

Los mecanismos básicos de la pereza son, tratar de evitar toda tarea no vital que consuma mucha energía y adaptarse para optimizar el consumo de energía de las tareas repetitivas. Entendiendo esta dinámica podemos plantear y aplicar estrategias para superar la pereza.

  • Asegurarse de maximizar la energía física y mental que se tiene disponible.
  • Planear las actividades de forma que el uso del tiempo y energía sea óptimo
  • Aceptar el hecho de que cuando nos queremos exigir más, al principio va a doler, pero tener el consuelo de que con el paso del tiempo y las repeticiones nuestro cuerpo se va a ir adaptando y poniéndose a la altura de las nuevas exigencias.

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