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No a todo el mundo es bueno leyendo… (Yo, por ejemplo)

Así que este artículo está en varias versiones para que lo consumas como más te guste.
(Todas dicen más o menos lo mismo)

Que la gente en su base es buena, o que todos están tratando de dar lo mejor de sí, es una afirmación difícil de aceptar, especialmente cuando vemos tanta maldad en los noticieros, o cuando pensamos en todas las personas que le han hecho tanto daño al mundo y han traído tanto sufrimiento; sin embargo, somos conscientes que también hay bondad a nuestro alrededor, hay casos de personajes excepcionales que se la juegan por hacer el bien y dedican su vida a ello, también, vemos en el día a día innumerables actos que nacen de las buenas intenciones de las personas con que interactuamos, saludos, sonrisas y detalles. El problema es, como dicen por ahí, “los buenos somos más, pero los malos hacen más bulla”, y debemos entender que esta es la realidad, aceptar que realmente, sí estamos más rodeados de bondad para así vivir una vida más feliz, tranquila y con una sensación más profunda de conexión con quienes nos rodean.

Las cruzadas causaron alrededor de un millón de muertes, Hitler hizo asesinar a unos 6 millones de judíos en el Holocausto, en la revolución rusa dirigida por Lenin murieron más de 7 millones de personas; estas son sólo algunas de las muchas tragedias que la humanidad ha padecido, y que nacen de la maldad humana, incluso en nuestra cotidianidad encontramos esta naturaleza malvada de las personas en todas sus presentaciones, robos, asesinatos, corrupción, avaricia, egoísmo, maltrato a la gente, a los animales y al planeta.  A Veces, es difícil creer que el ser humano sea bueno, que tenga unas motivaciones nobles, incluso en ocasiones pareciera que la gente se comporta bien, solo cuando la presión social o las leyes lo obligan; en ocasiones, es fácil dudar que la humanidad tenga un futuro, o incluso, es difícil creer que hayamos llegado hasta aquí, que sigamos vivos.

Sin embargo, también sabemos que constantemente hay gente “poniéndose la camiseta”  trabajando por hacer el bien, un sin número de ONGs, de filántropos y de entidades sin ánimo de lucro trabajan por tener un impacto positivo y ayudar a la humanidad y al planeta. Hay gente alimentando gente más necesitada, hay personas dedicando su vida a limpiar los océanos, otros dedicados a reforestar el planeta y hay grupos de personas protegiendo animales amenazados. Incluso también, en el día a día, si nos detenemos a mirar, podemos encontrar una inmensa cantidad de actos, que aunque sencillos, nacen de la bondad de las personas, vemos por todas partes saludos, sonrisas y abrazos, encontramos gente haciendo favores, teniendo detalles con los demás o simplemente mostrando buenos modales. Y aunque estos actos de bondad son claramente mucho más abundantes que los de maldad, es usual llevarse la impresión de que hay más mal que bien, que la gente es más mala que buena, o que hay más motivos para sufrir que para estar felices.

¿Por qué?

La historia de la raza humana inició hace unos 200 mil años, inicialmente las condiciones en las que vivíamos eran hostiles, no sólo éramos nómadas viviendo en cavernas y alimentándonos  de frutas que encontrábamos y animales que cazábamos, sino que, debíamos sobrevivir a depredadores y a otras amenazas como infecciones, cambios climáticos y otros humanos. En esa época no teníamos casas, armas ni hospitales, a duras penas contábamos con las cavernas y algún palo o una piedra para defendernos de los osos, tigres y lobos; en estas condiciones difíciles, vivimos por aproximadamente unos 190 mil años, y para poder sobrevivir, con el tiempo y la ayuda de la evolución, nuestro cerebro desarrolló una inclinación a prestar especial atención a todo lo que representara una amenaza para su vida. Aprendimos a enfocarnos en los peligros, a temerles, a recordarlos, a exagerarlos en la mente para ser extra precavidos, aprendimos comunicar estas amenazas con el resto de la comunidad y a no cuestionar mucho lo que nos estaban contando, porque para averiguar si era cierto nos tocaba ir a exponer la vida. 

Estos comportamientos probaron ser efectivos, fueron los que nos mantuvieron con vida, y milenio tras milenio, se fueron no sólo reforzando en la cultura, si no que entraron a nuestros genes y se convirtieron en impulsos innatos. Esta inclinación especial hacia el miedo y el peligro era vital, funcionaba bien en el ambiente en el que vivíamos, donde nuestro mundo era más limitado y la información que podía llegar a nosotros venia de algun lugar cercano, lo que implicaba que las amenazas eran reales y latentes, si alguien de nuestra comunidad contaba que vio un tigre es porque el tigre estaba máximo a unos 10 kilómetros de distancia, lo que significaba que estábamos dentro de su área de caza y que realmente nuestras vidas corrían peligro.

Pero hace 10 mil años aprendimos a cultivar y a criar animales de granja,  nuestras condiciones cambiaron drásticamente, dejamos de ser nómadas y creamos aldeas, pueblos y ciudades. Con esta nueva organización se alejaron los depredadores; para un tigre es buena idea atacar a un grupo de 2 o 3 humanos que están por ahí recogiendo frutas, pero es muy diferente entrar a un pueblo donde hay 50 o 1000 personas dispuestas a defenderse. Además, en los últimos 500 años nuestro mundo cambió aún más, la invención y el descubrimiento de nuevas tecnologías ha cambiado nuestras condiciones de vida de una forma drástica y acelerada, el proceso de la globalización ahora nos permite no sólo enterarnos de lo que sucede en nuestra comunidad, sino que ya nos llega información de lo que sucede al otro lado del mundo de forma instantánea y no sólo escuchamos la historia, también la vemos gráficamente, es casi como vivirla. 

Nuestros cerebros son lo suficientemente versátiles, nos permiten asimilar estas nuevas condiciones, logramos que nuestro comportamiento y la cultura en general se adapte a este nuevo mundo; sin embargo, la evolución es un proceso lento y esos impulsos que se arraigaron en nuestros genes, que nos hacen enfocarnos, exagerar y difundir todo lo que percibimos como amenaza, siguen ahí.

Entender este proceso evolutivo muestra que somos seres con genes “arcaicos”, viviendo en un mundo moderno, las amenazas o situaciones de peligro que suceden lejos de nosotros las sentimos cercanas, reaccionamos a los eventos o peligros que amenazan nuestro estilo de vida como si estuvieran amenazando la vida misma, prestamos especial atención a todos los problemas, conflictos y tragedias porque los interpretamos como amenaza, y como consecuencia, los noticieros, los periódicos y las redes sociales, cuyo objetivo es captar nuestra atención, se inclinan a mostrar más este tipo de contenido. Es esta búsqueda de atención la que lleva a los medios de comunicación a enfocarse en comunicar los problemas, este énfasis, nos hace sentir que hay más amenazas porque nos llegan los problemas no sólo que suceden en nuestra ciudad sino en todo el país y en el país vecino e incluso en el continente más alejado; en últimas, esta dinámica lleva a que se deforme nuestra percepción de la realidad y sintamos que realmente estamos más rodeados de amenazas y de maldad de la que realmente hay.

Análisis lógico

Debemos entender que nuestro cerebro es una máquina creada hace dos mil siglos, cuyo objetivo principal es mantenernos con vida y viene con una serie de inclinaciones e impulsos que buscan cumplir su objetivo, entre ellos, la extra sensibilidad al peligro. Afortunadamente también es flexible, configurable y adaptable; esta reconfiguración se realiza normalmente por la cultura y la sociedad, sin embargo, también la podemos realizar nosotros mismos por medio de la lógica, el entrenamiento y la repetición.

Debemos entender que aunque lleguen más historias sobre violencia, tristeza y peligro a nuestros ojos y oídos,  la realidad, es que son muchos más lo actos positivos y la gente buena. Esta es una realidad fácilmente demostrable, aunque sí es cierto que existe la avaricia, el egoísmo, la corrupción y la estupidez, pesan más los principios de hermandad y de empatía, sólo así se puede explicar que la humanidad todavía exista

Pensemos en la capacidad que tenemos como individuos para causar destrucción, dolor y muerte, sin embargo, la inmensa mayoría decidimos no hacerlo, preferimos no sólo no causar daño sino ayudar de alguna forma a hacer más fácil o llevadera la vida de los demás; esto sucede porque en nuestro interior hay una mayor inclinación hacia el bien que hacia el mal. Esta lógica plantea unas bases bastante sólidas para concluir, sin mucho temor a equivocarnos, no sólo que somos más los buenos que los malos, sino que, en la naturaleza humana tenemos una inclinación hacia la bondad.

Análisis práctico

Si aún no estás convencido de que la gente en su núcleo es buena, entonces, pensemos esta afirmación como una verdad pragmática. Creer que la gente es principalmente mala y que en nuestro ecosistema hay más mal que bien, nos inclina a vivir en un estado de alerta o paranoia. Pensarás que debes desconfiar de las intenciones de las personas con las que interactúas, esta actitud tal vez servirá para alejar a las personas malintencionadas, pero no se detendrá ahí, también afectará las relaciones con las personas que realmente tienen buenas intenciones.

Crearás una especie de barrera inicial, donde cualquier persona nueva que quiera entrar a tu vida, deberá primero ganarse tu confianza, nuevamente, esto alejará a los que te vienen a perjudicar y también a los que vienen a enriquecer tu vida. Vivirás en un constante estado de estrés, paranoia y mal humor que van a afectar tus relaciones y tu salud, pues es bien sabido que el estrés debilita el cuerpo y abre las puertas a todo tipo de enfermedades.

Por otra parte, creer que las personas son básicamente buenas trae una serie de consecuencias muy diferentes. Te va a convertir en una persona más abierta a conocer nueva gente, lo que trae innumerables beneficios en vista de que somos seres sociales. Te llevará a mostrar más confianza en las personas que te rodean, lo que va a fortalecer la mayoria de tus relaciones y te va a traer nuevas oportunidades. Vas a ser en general una persona más alegre, amigable y tranquila, lo que no sólo mejorará tu vida social sino que te mantendrá más feliz y saludable.

Analizando este tema desde este punto de vista, queda muy claro que lo más inteligente y sensato, es pensar que la gran mayoría de la gente es buena y tiene buenas intenciones.

Conclusiones

Tanto por el camino del análisis y la lógica como por el del pragmatismo llegamos a la misma conclusión, las personas en su interior son básicamente buenas. La verdad es que todas las  personas están tratando de dar lo mejor sí, guiándose por su visión de la vida, explotando sus conocimientos, fortalezas y ventajas de su ambiente, pero limitados por sus debilidades, su ignorancia y las barreras que la sociedad le impone. 

Obviamente va a haber maldad en el mundo, somos 7 mil millones de personas, es estadísticamente imposible que todos seamos buenos, claro que van a haber algunas personas que hagan el mal. Sin embargo, este no es el estado natural del ser humano, esta es más una deformación del ser donde se pierde esa bondad innata, todos crecemos en escenarios y ambientes muy diferentes, todos escuchamos mensajes muy distintos y vivimos sucesos muy variados durante nuestra vida, y en ocasiones el ecosistema en el que crece y vive una persona logra deformar sus principios y sus valores dando como resultado la maldad que aunque en menor cantidad, también vemos día a día.

Lo mejor que podemos hacer es ser sensatos, reconocer y recordar que son muchos más los momentos buenos que los malos, esto nos va a llenar de paz, tranquilidad y de gratitud que es el mejor remedio contra la tristeza y el sufrimiento.

Debemos poner siempre nuestra mejor cara y nuestra mejor actitud ante los demás, recibirlos y tratarlos como si fueran personas de bien, en la mayoría de las ocasiones, estarás en lo correcto y cosecharás los frutos de esta buena disposición; cuando la respuesta de la otra persona no sea la que esperamos y la experiencia sea amarga, lo primero es recordar que tenemos el control, y podemos decidir si cortar esa relación o trabajar en ella. Pero también, debemos recordar que este tipo de situaciones son la excepción, entender que no todas las interacciones con la gente van a salir bien, algunas tienen que salir mal, y debemos entender que la persona que nos está haciendo el mal lo está haciendo porque es una víctima de sus circunstancias, esto nos va a ayudar a no tomarnos el momento amargo de forma personal y a sentir más empatía por él. Este comportamiento nos va a traer muchas más cosas positivas que negativas, van a ser muchas más las experiencias agradables, muchas más las consecuencias positivas y nuestro estado de ánimo promedio será mucho mejor.

TL;DR (Too Long; Didn’t Read)

“Las personas en su núcleo son buenas y tienen buenas intenciones”, esta es una afirmación que invita mucho al debate, más cuando encontramos en la historia muchos ejemplos de personas que han causado mucho dolor y sufrimiento, además, vemos actos de maldad frecuentemente, y aunque sabemos que también hay muchos que hacen el bien y los encontramos día a día, parece a veces que prevalece la maldad.

Esto sucede porque el cerebro es una máquina diseñada para mantenernos con vida y para lograrlo nos hace notar, comunicar y sobrerreaccionar ante las amenazas; afortunadamente es flexible y debemos entender que somos muchos más los buenos que los malos, que en realidad todos están tratando de dar lo mejor de sí, solo que tienen sus limitaciones. Esto es cierto, y creerlo es además sumamente conveniente por las consecuencias que esta creencia traerá a tu vida.

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