Los humanos llevamos muchos siglos en la tierra y desde el momento en que aparecimos como especie hasta ahora no hemos cambiado gran cosa, seguimos teniendo básicamente las mismas necesidades, las mismas características físicas y los mismos temores; sin embargo, nuestro ambiente si ha cambiado drásticamente en las últimas décadas y estos cambios han traído todo tipos de consecuencias, pero una de ellas es que algunos miedos que en el pasado solían ser fáciles de controlar hoy se convirtieron en un verdadero obstáculo para algunas personas, como es el caso del FOMO (Fear Of Missing Out) y el FOBO (Fear of Better Options) que es el tema que trataremos en este artículo.
¿Qué es FOBO?
En inglés FOBO significa Fear of Better Option, lo que traduciría algo como: Miedo a que haya una mejor opción; es un concepto que se usa para describir la presión que nos incita a tomar la mejor decisión cuando debemos elegir solo una entre un grupo de varias opciones igualmente aceptables.
Tradicionalmente el FOBO era una mecánica mental que cumplía el papel de hacernos procurar tomar la mejor decisión cuando se nos presentaban varias opciones. Nos incitaba a buscar la mejor pareja que pudiéramos encontrar para reproducirnos (dinámica fundamental para la evolución humana); nos ayudaba a elegir cuál era el mejor lugar para cazar o cultivar; nos presionaba para que maximizáramos los resultados que podíamos obtener cuando invertimos nuestro tiempo y energía, recursos limitados y extremadamente valiosos.
Incluso, hace un par de décadas, ya en la época moderna, el FOBO nos ayudaba incitándonos a buscar la mejor calidad de vida posible, nos ayudaba a elegir qué ropa comprar, dónde vivir, qué comer, qué ver en la televisión, etc… nada extraño, ni perjudicial.
Pero hoy en día, la globalización, la digitalización y el mercado hace que haya una abundancia sobredimensionada de ofertas y a veces abrumadora. Si queremos ver una película, abrimos Netflix y tenemos miles de opciones; si queremos comprar ropa vamos a un centro comercial y encontramos decenas de tiendas, cada una con decenas de prendas; si queremos pedir algo de comer, abrimos Rappi (o alguna aplicación similar) y tenemos acceso a todos los restaurantes de la ciudad; incluso a la hora de buscar trabajo o de elegir dónde vivir, también se nos multiplicaron las opciones gracias a la virtualidad.
Esto no es malo, de hecho es un gran privilegio del que gozamos y por el cual deberíamos sentirnos muy agradecidos.
Sin embargo, en ocasiones el FOBO puede salirse de control y traer consecuencias perjudiciales para nuestra vida; puede hacer que ante la abundancia de opciones nos paralicemos y por no saber cuál es la mejor opción, terminemos no eligiendo ninguna, que por ejemplo, es lo que sucede cuando te sientas un rato a ver televisión y empiezas a cambiar de canales buscando algo bueno para ver, pero terminas no decidiendo nunca y al final viste 20 pedacitos de 20 shows diferentes y no disfrutaste ninguno; puede hacerte perder tiempo innecesariamente cuando te tardas demasiado en elegir, como cuando tienes un par de horas antes de acostarte a dormir y quieres ver una película, abres Netflix, pero ante tantas opciones te terminas demorando 20 minutos eligiendo qué película ver y luego terminas trasnochando más de lo planeado; o puede simplemente generarte ansiedad extra e innecesaria cuando te hace dudar si la decisión que tomaste si fue la mejor, por ejemplo, cuando te compras un celular y después te preguntas y te estresas porque no sabes si realmente elegiste bien o si debiste haber invertido tu dinero en otro mas fino, mas bonito o con mejores características.
El tiempo es un recurso demasiado valioso y limitado como para andar desperdiciandolo innecesariamente y es por eso que debemos aprender a darle manejo al FOBO.
¿Cómo vencer el FOBO?
Una buena táctica para vencer el FOBO es dividir las decisiones que debes tomar en tu día a día y a lo largo de tu vida en diferentes categorías según el nivel de riesgo que implica la decisión y luego definir cómo proceder con cada categoría. Siguiendo la solución planteada por Patrick McGinnis (el tipo que te le dio nombre a este miedo), te propongo la siguiente división:
- Decisiones sin riesgos
Estas son las decisiones simples y triviales de la vida, donde casi siempre todas las respuestas son válidas; como por ejemplo, decidir qué programa de televisión ver o decidir qué pedir de almuerzo. Son esas decisiones que seguramente después de algunas horas vamos a olvidar que fue lo que elegimos y por eso no vale la pena desperdiciar tiempo en estas decisiones.
Lo que necesitamos en estas ocasiones es avanzar.
La solución para estos casos es que cuando no sepamos cuál opción elegir, entonces podemos delegarle la decisión al universo y elegir al azar, por ejemplo puedes reducir tus opciones a solo dos y luego lanzar una moneda.
- Decisiones de bajo riesgo
Estas son las decisiones que tienen consecuencias, pero ninguna de ellas es super grave; son decisiones como elegir qué zapatos comprar, qué hotel reservar o qué impresora comprar. Estos no son escenarios críticos pero sí requieren un poco de análisis, no mucho… son decisiones que al fin de cuentas probablemente olvidarás con el paso de las semanas o los meses.
Aquí la idea es que cuando estés teniendo dificultades eligiendo una opción, busca la ayuda de otra persona; preséntale tus opciones finalistas, dale un contexto básico de lo que estás buscando, pidele una recomendación y luego sigue su consejo. Evita entrar a sobreanalizar o profundizar demasiado, porque al fin de cuentas tu objetivo es tomar la decisión tan pronto como sea posible para poder ocuparte de otros asuntos.
- Decisiones de alto riesgo
Estas son las decisiones importantes de la vida y a estas si debes dedicarle tiempo y energía; son decisiones como elegir que carrera estudiar o en qué empresa trabajar. Como en estos momentos es mucho lo que está en juego y debemos lidiar con las consecuencias por mucho tiempo, entonces aquí si es cuando queres asegurarte de elegir la mejor opción y por eso el proceso de decisión es más riguroso y debemos hacer con más juicio.
Primero haz una lista de las cosas que realmente son importantes para ti y úsalas como parámetros para evaluar las opciones que tienes enfrente.
Después asegúrate de investigar bien cada opción y recolecta toda la información importante para poder evaluarlas y así poder tener la confianza de que realmente se está tomando la mejor decisión.
Luego haz una lista de todas las opciones que para ti son perfectamente viables, elige una (la que te diga tu intuición) e inicia una competencia de enfrentamientos uno a uno con las demás opciones.
En cada enfrentamiento considera bien todos los factores que identificaste previamente como tu criterio de selección y elige un solo ganador; el perdedor se descarta y el ganador pasa a la siguiente ronda a competir contra la siguiente opción; la opción que quede al final es la definitiva y la que debes elegir.
Ten presente que para que este método funcione, cada opción que vas eliminando queda descartada definitivamente. De lo contrario vas a volver a paralizarte y torturarte analizando y sobre analizando desperdiciando tiempo y sin llegar a una conclusión satisfactoria.
Ya sabiendo cómo tomar la mejor decisión para cada caso sin desperdiciar tiempo ni energía, el siguiente paso es comprometerse con la decisión tomada.
Acepta que esa fué TU decisión y no te andes mortificando preguntándote qué habría pasado de haber elegido diferente. Debes aceptar que una realidad de la vida es que cada elección trae consigo renuncias y entender que eso está bien, porque te permite crear tu historia propia y única.
Entiende también que incluso cuando una decisión se toma con todo el juicio y el análisis, la posibilidad de que las cosas no resulten como esperábamos siempre está presente. La buena noticia es que esto no es un problema grave, porque al fin y al cabo siempre vamos a tener la oportunidad de reevaluar y tomar una nueva decisión diferente haciendo uso de lo que la anterior nos enseñó.
Por último, siempre recuerda que al fin de cuentas, tener opciones es un privilegio y debes sentirte agradecido por ello. Si, es cierto que puede ser difícil elegir y puede que nos genere ansiedad, pero es un pequeño precio a pagar por el gran privilegio de vivir un mundo que nos ofrece todo tipo de opciones, privilegio que no siempre ha existido y que incluso en estos tiempos no todas las personas lo tienen. Mantén esta perspectiva en tu mente para que no te abrume el FOBO.
TL;DR (Too Long; Didn’t Read)
El FOBO (Miedo a que haya una mejor opción) es la sensación de inseguridad y la presión que sentimos cuando entre un grupo de varias opciones igualmente válidas, debemos elegir la mejor. Un miedo que se manifiesta hoy más que nunca gracias a la abundancia de opciones que el mercado nos ofrece y el verdadero problema que trae el FOBO es que puede generarnos ansiedad y hacernos desperdiciar nuestro valioso tiempo.
Una buena forma de vencerlo es clasificando las decisiones que debemos tomar en: decisiones de alto riesgo, bajo riesgo y sin riesgo. Con las que no tienen riesgo podemos romper el bloqueo eligiendo al azar; para las de riesgo medio podemos apoyarnos pidiendo y siguiendo el consejo de otra persona ; pero para las de riesgo alto si debemos analizarlas e investigarlas para poder hacer una comparación juiciosa entre cada una de las opciones para poder elegir la mejor. Y por último es importante aceptar la decisión tomada con sus pros y sus contras, pues siempre, cada decisión que tomamos implica renuncias.