El miedo hace parte de nosotros, es un mecanismo de supervivencia y aunque sabemos que en ocasiones nos perjudica y debemos enfrentarlo, no siempre lo hacemos porque no es fácil.
Sabemos que el miedo a veces es positivo y que juega un rol fundamental en nuestra supervivencia; pero también, sabemos que puede tornarse en nuestra contra y perjudicar nuestros planes (ver: “Las dinámicas del miedo”). Incluso sabemos identificar cuándo debemos enfrentarlo, como cuando por culpa del miedo dejamos de hacer algo que sabemos que debemos hacer (ver: “¿Cuándo enfrentar el miedo?”).
Pero aunque sepamos cuándo no debemos hacerle caso al miedo, cuándo nos está perjudicando y cuándo queremos enfrentarlo, a veces no es suficiente.
Vencer el miedo es una misión difícil, requiere que enfrentemos nuestra resistencia interna y que actuemos a pesar de que sintamos dolor e incertidumbre. Requiere no sólo determinación sino también fuerza.
En este artículo vamos a explorar algunas técnicas e ideas para desarrollar la fuerza necesaria para poder vencer el miedo cuando debemos enfrentarlo.
Gánate tu respeto
Muchas veces lo que está detrás de la parálisis por miedo es la falta de confianza en nosotros mismos.
Cuando fallamos o sufrimos una derrota, las personas que nos rodean y nos quieren, tienden a ser suaves con nosotros y a ofrecernos consuelo; tal vez diciendo que la culpa no fue nuestra, que era un escenario donde era imposible ganar o quizá que las reglas del sistema son injustas y están diseñadas en nuestra contra. Estas, como muchas otras frases orientadas a hacernos sentir bien, son efectivas, agradables, demuestran la preocupación o cariño que nos tienen, y nos deberíamos sentir agradecidos con quienes nos las expresan.
Pero si interiorizamos esas ideas y las adoptamos como nuestras, para sentirnos bien con nosotros mismos, explicar nuestras decisiones y justificar nuestras derrotas; nos estamos perjudicando. Porque tendemos a convertirnos en una de esas personas que va piloteando su vida a punta de explicaciones y excusas, sin muchas victorias reales ni crecimiento; un escenario delicado no sólo porque estanca nuestro desarrollo, sino porque es una actitud que la sociedad en general acepta y no juzga, es más, tristemente, es el camino que por defecto la sociedad promueve e incita.
Pero la única persona a la que nunca vamos a poder engañar con mentiras es a nosotros mismos; nosotros de forma consciente o subconsciente sabemos la verdad. Sabemos si cuando las cosas se han puesto difíciles nos hemos quebrado y renunciado; sabemos si cuando nos ha dado pereza hacer algo, hemos buscado alguna excusa para no hacerlo; Sabemos si hemos dejado las cosas a medias; sabemos si hacemos nuestros quehaceres mediocremente y de mala gana; sabemos si hemos decepcionado a quienes nos han dado su confianza; sabemos todos nuestros pecados y nuestras victorias, los momentos que nos hacen sentir orgullosos y los que nos avergüenzan… sabemos si somos o no confiables.
Y es esta conclusión final, interna y personal, la que determina si te vas a enfrentar o vas a huir de esa situación retadora, difícil o peligrosa que te genera miedo o nervios pero que quieres o debes enfrentar.
Míralo como una balanza; en un lado tienes tus fracasos, las veces que renunciaste, que perdiste, que te ocultaste, que en lugar de entregar resultados entregaste excusas…; en el otro lado, tienes tus victorias, las veces en las que has terminado tus tareas aunque sean difíciles o aburridas, las veces en las que aunque fracasaste lo volviste a intentar, las veces en las que haz hecho lo correcto aunque nadie te estuviera viendo, las veces en las que ayudaste a alguien que lo necesitaba…; y la inclinación de esa balanza dice que tan confiable eres, no sólo para las demás personas, sino que para ti mismo. Dice qué tanto puedes confiar en ti mismo; y entre más miedo te de la situación que debas o quieras enfrentar, más inclinada necesitas tener esa balanza hacia el lado positivo para poder con confianza decir, APUESTO POR MÍ.
Por eso, es importante trabajar en acumular momentos que te hagan sentir genuinamente orgulloso de ti mismo; plantéate retos y atácalos, enfrenta tus miedos, desarrolla disciplina, obtén tus logros y luego enfócate en ellos para recordarlos y que siempre hagan peso hacia el lado de la autoconfianza. Recuerda que entre más difíciles los retos que superes o enfrentes, más te van a ayudar a acumular esa autoestima que vas a necesitar para enfrentar los retos que deberás enfrentar para poder construir la vida que quieres construir.
Piérdele el miedo al miedo
Uno de los miedos más comunes, es el miedo a que los demás se burlen de nosotros, que nos señalen, que piensen cosas malas, que nos juzguen, o sea, el miedo al rechazo.
Para vencer este tipo de temor hay un ejercicio muy interesante que se llama “La Terapia del Rechazo” (“Rejection Therapy”), es básicamente un reto en el que todos los días por 30 días, el participante debe ejecutar una misión condenada al fracaso, debe buscar y lograr que alguien le diga que no.
El objetivo de este ejercicio es exponerse intencionalmente al rechazo, a escuchar un no, a que los demás lo miren raro, así lograr experimentar personalmente, y de manera segura esa sensación a la que tanto le huimos y que tanto le tememos. Es ver que el rechazo no es el fin del mundo; que esa sensación que genera sí es incómoda, pero es soportable; que lo que nos imaginamos que va a pasar normalmente es mucho peor de lo que realmente sucede; ver que la gente suele reaccionar de una forma mucho más amable y amigable de lo que pensamos; aprender, por medio de la experiencia, a darle manejo a las situaciones adversas; y así, fortalecer nuestra tolerancia al rechazo y lograr vencer este tipo de temor.
(Jia Jiang contó en TED su experiencia con este reto, las conclusiones y las lecciones son muy interesantes y tal vez disfrutes escuchar su historia)
Lo que es importante que entendamos sobre este reto es que exponernos al miedo intencionalmente, bajo un ambiente controlado, nos puede ayudar a ejercitar y fortalecer ese “músculo” que es el soportar las situaciones amenazantes. Si sientes que necesitas fortalecer tu tolerancia al miedo y la incomodidad, puedes aceptar este reto o puedes plantear tu propia versión que siga el mismo principio.
Inclínate hacia el miedo
A veces le tenemos más miedo al miedo del que deberíamos tenerle y es ese rechazo a la sensación lo que nos bloquea, es el querer evitar a toda costa la incertidumbre, la crítica, la ausencia de control, el juicio de los demás, la vergüenza… es el querer evitar a toda costa el sentir miedo.
Pero si miramos de cerca la sensación de miedo y nos permitimos sentirla y explorarla, vamos a encontrar que sí, es algo incomodo, tal vez se te acelera el corazón, de pronto tartamudeas, quizá sudas… pero nunca te vas a morir por miedo. Es más, si te expones con regularidad al miedo, la intensidad de las sensaciones incómodas va disminuyendo.
Por eso, una buena forma de desarrollar la fuerza necesaria para vencer el miedo es, siguiendo el principio del anterior ejercicio, inclínate hacia la sensación como tal; familiarízate con ella, permítete sentirla, exponerte a ella; no salgas corriendo, acostumbrate.
Por ejemplo, si una de las cosas que ha bloqueado tu crecimiento profesional es el miedo a hablar en público, entonces fuerzate a hacerlo, busca oportunidades para hablar en publico, subete al escenario y hazlo; hazlo aunque sudes, hazlo aunque tartamudees, hazlo aunque se te olvide lo que ibas a decir, hazlo aunque quedes en ridículo, hazlo aunque seas malo haciendolo; y cuando pase ese momento, cuando termine esa tortura, descansa, reflexiona y busca la siguiente oportunidad para volverlo a hacer.
Ahora, puede ser una buena idea escoger un escenario donde puedas mitigar los riesgos, tal vez un lugar con poco público, quizá con una audiencia que sepa que apenas estás aprendiendo, de pronto en un lugar donde tu futuro profesional no dependa de tu presentación.
Pero lo importante es que te expongas al miedo, te permitas sentirlo, y te permitas fallar una y otra vez hasta lograr dominarlo.
Porque la realidad es que no hay una fórmula mágica para vencer el miedo, no hay ninguna receta milagrosa que haga que tus miedos desaparezcan, así como no hay ningún atajo para volverte bueno en algo que no dominas. La única forma es el intento, error, reflexión y repetir el ciclo, sólo la práctica hace al maestro, maestro porque aprende su arte y maestro porque vence sus miedos.
Porque con mucha frecuencia, la verdad es que el miedo aparece porque realmente sabes que no eres tan bueno como para desempeñarte con excelencia; está ahí como una premonición de que vas a fallar. Pero esto no tiene por qué detenerte, tu puedes hacerlo de todas formas y fallar, luego volver a intentarlo una y otra vez hasta que la experiencia, el aprendizaje, el progreso y las eventuales victorias hagan que ya no haya un fundamento sólido para que el miedo aparezca.
¿Qué podemos concluir?
No debemos enfocar nuestra energía en buscar y luchar porque el miedo desaparezca, más bien, debemos enfocarnos en identificar cuándo debemos enfrentar nuestros temores y trabajar para desarrollar la fuerza necesaria para poder hacerles frente y vencerlos.
Esta fuerza la podemos desarrollar ganándonos nuestra confianza y perdiéndole el miedo a la sensación del miedo como tal.
La confianza la desarrollamos demostrandonos nuestro valor y nuestras capacidades. Enfrentandonos a retos, teniendo victorias y levantándonos cuando nos caemos.
Para perderle miedo al miedo debemos permitirnos sentirlo, explorarlo, debemos exponernos a él, vivirlo de cerca y ver que no es el fin del mundo, que es algo que se siente pero que también se puede soportar. Así podemos lograr quitarle esa imagen terrorífica y bloqueante que solemos asignarle al miedo.
TL;DR (Too Long; Didn’t Read)
El miedo es una emoción natural, es una de las herramientas principales de nuestro instinto de supervivencia, a veces es funcional, beneficioso y nos mantiene a salvo; sin embargo, a veces nos bloquea y nos perjudica porque no nos deja ni avanzar, ni crecer.
Identificar cuándo debemos hacerle caso y cuándo no (ver: “¿Cuándo enfrentar el miedo?”), es importante mas no suficiente. Para enfrentarlo necesitamos fuerza, fuerza que debemos desarrollar.
Para desarrollar dicha fuerza debemos trabajar en nuestra auto-confianza; enfrentando retos y superándolos; levantándonos cuando nos caemos; demostrando responsabilidad y confiabilidad.
Además, es fundamental desmitificar el miedo como sensación. Debemos perderle miedo al miedo y eso lo hacemos permitiéndonos sentirlo, poniéndonos en situaciones que nos asustan, comparando lo que imaginamos que pasa cuando fallamos con lo que realmente pasa cuando lo hacemos.
Así es como se desarrolla la fuerza necesaria para enfrentar el miedo cuando este se interpone en el camino de la vida que queremos vivir.
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