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Este artículo está en varias versiones para que lo consumas como más te guste.
(Todas dicen más o menos lo mismo)

Las barreras que limitan nuestra vida y nos bloquean son en su mayoría puestas por nosotros mismos, si hacemos una exploración interna profunda y nos preguntamos ¿qué es lo que evita que alcancemos nuestras metas?; encontramos que la respuesta es usualmente el miedo. Miedo a fracasar, miedo a arrepentirse después, miedo a que otras personas se burlen de ti… y estos miedos en general son súper tóxicos y perjudiciales.

Al fin y al cabo, el miedo ya no cumple el mismo rol que solía cumplir en el pasado, cuando debíamos sobrevivir a todas las amenazas del mundo salvaje (Lee “Las dinámicas del miedo”). Hoy la forma en la que se suele manifestar el miedo es en la parálisis por análisis, temor a sobresalir, dudar de uno mismo, etc. El asunto es que el miedo es simplemente un concepto feo que nos aleja de nuestros objetivos.

Por eso, en este artículo y los siguientes vamos a explorar algunas estrategias para vencerlo.

Evalúa el miedo conscientemente

La primera estrategia para vencer el miedo es abordarlo desde una perspectiva más racional que emocional.

Cuando debas tomar alguna acción o decisión que provoque que el miedo te invada, detente y piensa: ¿Cuál es el verdadero riesgo que estoy corriendo?.  Reflexiona sobre cuál sería el peor de los escenarios que puede suceder, pregúntate ¿qué tan malo es realmente?; ¿qué tan probable es que suceda?; ¿hay algo que puedas hacer para minimizar la probabilidad de que se dé dicho escenario?; y piensa cómo podrías enmendar la situación en caso de que lo peor suceda.

Luego piensa en los otros escenarios, ¿qué es lo bueno que podría suceder?; ¿cuál sería el mejor resultado que podrías obtener?, ¿cuál sería el segundo, tercer y cuarto mejor resultado que podrías obtener?; ¿cuál sería un resultado promedio? y ¿qué tan malo o bueno sería dicho resultado?.

Por último, evalúa el precio de la inacción. Normalmente somos muy buenos imaginandonos todo lo que puede salir mal cuando tomamos una decisión o iniciamos un proyecto, pero tendemos a ser muy malos evaluando las consecuencias negativas que puede traer el nunca atrevernos a dar ese paso. Pregúntate, qué pasaría si no haces nada, si te quedas como estas.  Piensa en lo que puede suceder y cómo te puedes sentir si no actúas después de seis meses, después de un año o después de tres… Trata de imaginar qué pensaría tu “yo” del futuro sobre vos, ¿que quisiera él que vos hubieses hecho hoy?.

Verás que normalmente el peso de los posibles desenlaces positivos justifican el riesgo de los negativos, que el peor desenlace suele ser poco probable y/o enmendable y además, verás que el verdadero peor escenario, suele ser el que viene si nunca te atreves a tomar acción.

Una vez hayas hecho este ejercicio mental, una vez hayas entendido y comparado los diferentes posibles desenlaces, el miedo no va a desaparecer, pero vas a tener una idea mucho más clara de si debes hacerle caso o enfrentarlo.

Procura hacer feliz a tu futuro “yo”

Reflexiona sobre tu último día, imagínate que estás en tu lecho de muerte… ¿Qué sentirás en ese momento?, ¿qué pensarás?, ¿qué te alegrará?, ¿qué te entristecerá?. Evalúa el impacto que tendrá en ese momento el haberle hecho caso o no a tus miedos; ¿Te hará sentir orgulloso y te dará paz? O te dará nostalgia y penas.

Trata de conversar con tu “yo” moribundo del futuro y tenlo presente en tus decisiones. 

Matthew O’Reilly es un paramédico que ha realizado una especie de estudio con los pacientes que han sufrido accidentes y saben que están en sus últimos minutos de vida; él nos cuenta que en esos momentos, cuando la persona está mirando frente a frente a la muerte, ellos suelen reaccionar en una de estas tres formas: 

  1. El primer tipo de reacción es buscar perdón, algunos tienden a expresar arrepentimiento por cosas que hicieron o no en su pasado, buscando expiación.
  2. La segunda reacción es querer ser recordados, muchas personas muestran un deseo de encontrar la inmortalidad a través de los recuerdos y sentimientos que dejan en su familia, amigos o conocidos.
  3. La tercera es la búsqueda de sentido, otros lo que buscan es reafirmar que su vida significó algo, que no la desperdiciaron en tareas sin sentido, que dejaron su marca en la tierra.

Esto nos dice que lo que nos va a importar al final, lo verdaderamente importante para nosotros, es vivir una vida con sentido, dejar buenos recuerdos en los demás y estar en paz con nuestro actuar.

Evalúa las decisiones y acciones que tiendes a evitar por miedo. ¿Estas evitando las acciones que te llevan a buscar y a darle un sentido a tu vida?, ¿hay algún temor que está ocasionando que tus relaciones se deterioren?, ¿ya te atreviste a enmendar tus errores y a hacer las paces con las personas que has lastimado en tu pasado?, ¿hay algo que estás haciendo o dejando de hacer por miedo, que va a hacer que el día de tu muerte debas buscar desesperadamente quién te perdone?

Pon las cosas en perspectiva.

De nuevo, el miedo probablemente no va a desaparecer, pero si vas a lograr tener una mejor noción de cuándo debes ignorarlo.

Acepta que no tienes el control total

En general es el querer evitar a toda costa que algo salga mal lo que hace que nos dejemos paralizar por el miedo; a veces, cuando hacemos una evaluación consciente de los posibles desenlaces de una situación y encontramos que hay un escenario perjudicial, decidimos que no vale la pena; incluso si la probabilidad de que se dé dicho escenario son bajas.

Queremos mantenernos a salvo y sentirnos seguros, a veces, a toda costa; tanto que dejamos de iniciar una conversación que desearíamos tener, por temor a ser rechazados; nunca iniciamos el proyecto que queremos, por temor al fracaso y a la crítica; no hacemos el viaje que nos intriga, por miedo a que nos roben o a que pasemos un mal momento.

Pero el asunto es que esta vida no es segura y correr riesgos es inevitable. Si nos obsesionamos por tener control total de las situaciones y queremos evitar todo tipo de riesgo y peligro, nos estaremos condenando a una vida de sufrimiento y fracaso; porque simplemente no lo vamos a lograr.

Debemos entender que la fe es indispensable para poder vivir, por lo menos para poder disfrutar la vida. Y no me refiero a la fe de seguir una religión o creer en un dios; sino, a la fe de confiar en que las cosas van a salir bien, en que van a funcionar, en que el resultado no va a ser malo y que si sucede algo malo, vamos a poder arreglarlo; me refiero a la fe del optimismo y la esperanza.

Porque aunque las cosas puedan salir mal, necesitamos ser capaces de confiar en que eso no va a suceder para poder actuar.

El solo subirse a un carro para ir de un lado a otro, es un acto de fe. Todos sabemos que los accidentes viales suceden a toda hora y en todo lugar, sabemos que siempre nos cruzamos con conductores imprudentes e incluso ebrios; y sabemos que la posibilidad de un accidente siempre está latente, incluso si somos quien maneja y lo hacemos cautelosamente. Pero igual lo hacemos, nos montamos en carros, motos y buses porque necesitamos desplazarnos, lo hacemos confiando en que no vamos a sufrir un accidente.

De la misma forma, debemos entender que muchas decisiones y acciones que debemos tomar en la vida, debemos hacerlas a pesar de que el resultado puede ser bueno o puede ser malo. Debemos hacerlas porque las necesitamos hacer, porque son necesarias para nuestras vidas, para lograr nuestros objetivos o para conseguir lo que deseamos. Debemos hacerlas con fe.

Ahora, inevitablemente, las cosas no siempre van a salir siempre bien; a veces van a salir mal, a veces nos vamos a accidentar, a veces nos van a humillar o a veces vamos a fracasar.  Cuando esto sucede la mejor actitud que podemos tomar es buscar las oportunidades en las dificultades, la oportunidad de crecer, de aprender, de madurar, de fortalecernos.

Si combinamos la fe de que las cosas van a salir bien, con la aceptación de que cuando las cosas malas suceden es porque algo nos vinieron a enseñar, el escenario al que nos vamos a enfrentar cuando queramos iniciar un nuevo proyecto o embarcarnos en una nueva aventura va a ser uno donde sólo podemos ganar.

¿Qué podemos concluir?

El miedo es natural, hace parte de ti y realmente nunca vas a lograr que desaparezca totalmente; sin embargo, en muchas ocasiones debes enfrentarlo.

Hay muchas decisiones y acciones que son más importantes para tu vida que mantenerte en esa zona de comodidad donde simplemente te alejas de todo lo que te atemoriza.

Si quieres crecer, aprender, emprender, tener buenas relaciones, construir una familia, darle sentido a  tu vida, solucionar los problemas que se presentan y en general, aprovechar tu vida; ten la seguridad de que con mucha frecuencia (probablemente más de la que desearías) deberás enfrentar tus temores. Debes ser capaz de mirar al miedo de frente, analizarlo, entenderlo y apoyándote en tu fe y optimismo, decirle: “lo siento pero hoy no te voy a hacer caso… Hoy es más importante mi misión que mi comodidad”.

Cuando debas hacer algo importante pero te dé miedo… hazlo con miedo.

TL;DR (Too Long; Didn’t Read)

El miedo viene en todas las formas, colores y sabores; y generalmente es supremamente tóxico y perjudicial…  El miedo es esa fea sensación que suele alejarnos de nuestros objetivos y por eso debemos aprender a vencerlo.

La primera línea de defensa contra el miedo es la razón, cuando te invada el miedo asegúrate de entender bien la situación y sus posibles desenlaces; identifica los negativos, los positivos y el costo de la inacción; evalúa la probabilidad de ocurrencia de cada uno y las estrategias que puedes tomar para mitigar los escenarios perjudiciales. Así aclararas el panorama y sabrás cómo debes proceder.

Después, pon la situación en perspectiva, piensa en qué es lo verdaderamente importante para ti; imagina lo que vas a sentir y a pensar cuando estés en tu lecho de muerte; trata de conversar con tu “yo” moribundo del futuro y tenlo presente en tus decisiones. No permitas que tus miedos te hagan acumular arrepentimientos y penas para cuando llegue ese momento.

Por último, entiende la importancia de la fe y el optimismo; entiende que los riesgos y peligros siempre van a estar presentes; entiende que debes apoyarte en la fe para poder seguir adelante con tu vida y aprovecharla; entiende que sin optimismo no podrías ni salir de tu casa porque afuera algo malo te podría pasar.

En general… Entiende que cuando debas hacer algo importante pero sientas miedo… Entonces, debes hacerlo con miedo.

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